Transformando una Experiencia Traumatica

Transformando una experiencia traumática

Adriana vivió en su infancia una situación traumática, breve pero de mucha intensidad que  afectaba su cotidianidad en el presente. ‘Me marcó para toda la vida’, dice. (Nota: deliberadamente no se incluye la descripción de la escena). Le dejó una sensación de desprotección que se expande a otras áreas de la vida.

El trabajo realizado llevó una sesión de dos horas y fue, para quien escribe, una de las experiencias profesionales y personales más profundas y transformadoras.

Se le induce a Adriana un estado de profunda relajación y serenidad. En ese estado el trabajo se vuelve más intenso, en contacto directo con el inconsciente.

Se le pide entonces que recuerde la experiencia traumática (escena 1): lo que ve y lo que escucha, no lo que siente. Cuando entra en contacto con lo que siente se le pide inmediatamente que deje ese recuerdo y evoque, en oposición, un momento en su vida el que se sintió cuidada y protegida (escena 2). Aquí sí se la invita a recordar lo que ve, lo que escucha y lo que siente.

Durante un buen tiempo nos ocupamos de recordar las dos experiencias, alternando rítmicamente entre ambas, como un péndulo. Abandonando siempre la escena dolorosa -1- en cuanto aparece el sentimiento y dedicando más tiempo a la escena de protección -2-. Así llega un punto en el que están ambas escenas presentes casi simultáneamente aunque la 1 es más débil y la 2 más fuerte.

Entonces se le pide que, mentalmente, pase elementos de la escena 2 a la escena 1: un poster de su grupo favorito, la canción que está sonando en el aire, unos almohadones, etc. Literalmente ella empieza a percibir esas cosas de la escena 2 en la 1 que incluyen, indirectamente, la sensación de protección. Así construye una escena 3, inventada en la sesión, que combina lo que vio y escuchó en las escenas 1 y 2 con la sensación de protección de la 2. Después de dos horas de trabajo la escena 3 tiene tanto peso, tanta validez como las escenas 1 y 2. El cerebro no distingue totalmente entre una escena vivida y una creada.

Adriana termina el ejercicio diciendo: ‘No entiendo cómo es que empecé sintiéndome mal al  recordar aquella situación de cuando era chica. Pero ahora me siento bien…. ¡Ni siquiera puedo recordar claramente aquello!’ La escena creada en sesión es más fuerte que la escena de la infancia.

Sabemos que esta lectura puede resultar extraña para algún lector, pero el efecto es real. Adriana tiene ahora un recuerdo más fuerte que contrapesa aquél otro doloroso.

¡El cambio es posible!

By Leonardo Stefoni