Lo Positivo de lo Posible

 

¿Les parece posible que un accidente de tránsito sea el punto de partida de un camino que lleva a participar y ganar campeonatos mundiales de Taekwondo?

Hoy quiero compartir una historia que conozco de cerca y para mí es motivadora.

Elba Hassler nació en 1950 -hagan cuentas- y en su vida desarrolló varias actividades, entre ellas se dedicó a la práctica del Taekwondo (TKD) llegando a ser cinturón negro. En el 2002, el profesor Nicolás Zárate, viendo la evolución de Elba le propuso que participara en un torneo. Aunque con reticencia, ella aceptó. A sus 52 años fue la única en presentarse en su categoría así que hizo su práctica y ganó. Recuerda con humor que se negó a subir al primer puesto del podio como le pedían por haber sido la única participante. Pero a partir de allí se fue presentando en diversos torneos y campeonatos locales.

Un día de agosto del 2009 -vuelvan a hacer cuentas- estaba en la esquina de Carabobo y Primera Junta, cuando el semáforo se lo permitió, empezó a cruzar la calle para ir al Centro de Meditación Coreano Maum, cercano a ese cruce. Un automovilista hizo lo que no hay que hacer y Elba cayó sobre el empedrado. No tiene recuerdos del accidente, pero sí de la larga recuperación. No tuvo implicancias traumatológicas, pero sí cognitivas ya que al caer al suelo se dio un fuerte golpe en la cabeza. Tuvo pérdida parcial de la memoria, se le volvió difícil hacer cálculos matemáticos, tuvo que reaprender a leer y, particularmente, se vio afectado su equilibrio.

Durante un año y unos meses estuvo en proceso de recuperación, se negó a tomar algunos medicamentos apostando a una recuperación natural, orgánica. Optó por ‘confiar en el ADN’, dice, aludiendo así a la ‘sabiduría del cuerpo’. Se ejercitó y practicó… y volvió a ejercitarse y practicar.  

Tuvo que lidiar con la dificultad, entre otras, de mantener el equilibrio. Hubo un momento en el que, estando en su casa, experimentó nuevamente esta limitación y entonces decidió retomar la práctica del TKD como recurso para recuperar la estabilidad. Compartió esta idea con Jack, su esposo. Él, naturalmente, dudó. Ella no.

Así es que retomó las periódicas visitas al gimnasio, la disciplina, adiestrándose en el Poomsae, que son combinaciones de técnicas de patadas, puños y defensas que simulan un combate contra uno o varios adversarios. Son las figuras del Taekwondo. No es el taekwondo de lucha contra un adversario, en el Poomsae la superación es ante uno mismo. Se sostiene que estas técnicas son la base del arte marcial sostenidas desde lo físico, espiritual y filosófico. La práctica de las mismas con regularidad constituyen a un ser fortalecido en todas sus dimensiones.

Ya embarcada nuevamente de lleno en el TKD viajó a Corea por cinco meses y medio a profundizar su entrenamiento y a su regreso fue invitada a participar de un encuentro con una delegación colombiana de TKD.  En esa oportunidad, los maestros: Willington Ortíz y Juan Carlos Otalvaro le dicen que está capacitada para integrar la Selección Argentina de Poomsae. La respuesta fue: no existe tal Selección. Este y otros motivos movieron a los colombianos a instar a la Confederación Argentina de TKD a crearla. Un tiempo después Elba fue oficialmente convocada y empieza a entrenar en el CENARD, Centro nacional de Alto Rendimiento Deportivo.

Su primera participación internacional fue en un Torneo Panamericano en Sucre, Bolivia, en el año 2011. Ella recuerda que aquella vez ‘ni siquiera pregunté el puntaje’.

Las competencias internacionales se siguieron hasta llegar al Mundial realizado en Aguas Calientes, México, en el 2014. Allí obtiene la medalla de Bronce. Esta vez sí subió al podio.

Para el momento en que esta nota salga publicada se estará presentando en su segundo Mundial en Lima.

La recibí en mi consultorio poco tiempo antes de presentarse en México, cuando ganó el bronce. Destaco un pensamiento que fue elaborando allí, frente a mí:

Hay que focalizarse en lo positivo de lo posible.

Si lo posible es tener que releer una simple palabra una y otra vez hasta reaprenderla, lo positivo es que tener la posibilidad de volver a aprender, volver a leer.

Si lo posible es tener que practicar con asistencia el caminar porque el equilibrio está parcialmente perdido, lo positivo es que poder avanzar poco a poco, es la sensación de estar íntegramente comprometido con uno mismo.

Compartí este pensamiento con un colega y me dijo: el punto es cómo definimos lo posible, yo jamás diría que es posible que una mujer de sesenta y pico de años que sufrió un accidente pueda ganar una medalla de bronce en un torneo internacional de Taekwondo.

Coincido: el punto es cómo definimos lo posible y agrego que hay que decidir qué hacemos con eso. Cuando nos abocamos a trabajar sobre lo posible estamos en contacto con la realidad, no perdemos tiempo ni energía lamentando nuestra suerte deseando que ‘ojalá las cosas fuesen de otra forma’ distintas de lo real, practicamos la aceptación -totalmente distinta de la resignación-. Y al centrarnos en lo positivo potenciamos nuestros recursos y nos motivamos, descartando quejas y excusas.

Y lo más importante (en PNL y Coaching a esto se lo llama ampliar la zona de confort) Si nos centramos en ‘lo posible’ y, dentro de ‘lo posible’, en ‘lo positivo’, entonces todo aquello que es ‘lo posible’ se vuelve un campo cada vez más y más extenso.

 
Centro Magis